Reto de adaptabilidad y optimismo

 En consonancia con el primer reto de la unidad 3, me propongo llevar a cabo dos acciones en el transcurso de la semana. 

Compromiso:
La primera acción está relacionada con la capacidad de adaptabilidad. Siempre saludo a mis alumnos uno por uno a medida que ingresan a Zoom y les pregunto cómo están, qué hicieron ese día, y luego inicio la clase. Esta semana me propongo cada día saludarnos de diferente manera y proponerles un inicio de encuentro que los sorprenda, y que implique para mi también un encuentro diferente. Aquello que les propongo, lo hago yo primero como ejemplo. El primer día les propongo que al ingresar al encuentro expresen en el chat a través de emojis cómo se sienten. El segundo día que un alumno elija la manera de saludarnos. El tercer día iniciar el encuentro con todos los micrófonos apagados saludándonos con señas y gestos. El cuarto día iniciar el encuentro contando una anécdota graciosa de una situación que hayamos vivido esta semana. El quinto día saludarnos diciendo cada uno lo que tiene más ganas de hacer ese día y nominando a otro para que salude siguiendo la misma consigna. 
El modo de saber si lo logro o no, será registrando cómo me siento al iniciar cada encuentro de esa manera. 

Reflexión: 

Frente a esta primera acción me sentí intrigada y sorprendida; al comienzo algunos alumnos se animaron a sumarse rápidamente, a otros les llevó más tiempo. Los primeros minutos del primer día entre que planteé la propuesta y la comenzamos a llevar a cabo junto con mis alumnos, sentí ansiedad y un cambio de energía. El segundo día hubo más adherencia respecto a la propuesta, un alumno eligió un saludo con una secuencia de movimientos. Me sentí muy bien, sorprendida por su creatividad y entusiasmada para seguir proponiendo saludos nuevos. Ya al tercer día esperé entusiasmada el inicio del encuentro, aclaro que fue extraño no preguntarles ¿cómo están? porque me sale tan naturalmente que tuve que estar atenta viviendo el aquí y ahora para no hacerlo y esperar a expresarlo con mímicas y con los micrófonos apagados, y sucesivamente por el bienestar que me producía ese pequeño cambio me quedé pensando en sumar otros pequeños cambios. 

La segunda acción a la cual me comprometo, se relaciona con el optimismo. Me propongo estar atenta y alerta en cada interacción tanto con mis alumnos como con mis pares, y frente a cada frase pesimista o desalentadora que escuche, intervenir con una palabra de aliento, o una frase que devuelva la alegría y la esperanza. 
La manera de saber si lo consigo o no, será observando los rostros luego de realizar alguna intervención de las propuestas y registrando cada situación en que logré motivar o alentar a otro mostrándole una mirada positiva. 

Reflexión: 

Frente a esta segunda acción, pude notar que tiendo naturalmente a brindar palabras de aliento cuando escucho una frase negativa o desalentadora. Lo hice por ejemplo frente a un alumno que expresó estar engripado y con fiebre, y luego frente a una alumna que expresó su disgusto por tener que pensar en una fiesta virtual y no presencial de egreso. En ambos casos, apunté a brindar una mirada positiva. También noté que una colega estaba diferente, presente pero con su mente en otro lado parecía por momentos... hasta que recordé que hoy se cumplía el aniversario de fallecimiento de una amiga suya muy querida. Ahí actué con calma, esperé a que finalizara el encuentro y envié un mensaje de aliento y apoyo frente a ese día difícil que noté que estaba viviendo. En todos los casos me sentí bien al poder acompañar con una palabra afectuosa.

Reflexión final: Me pareció muy interesante poder pensar prácticas concretas asociadas a cada habilidad-capacidad porque me permitió visualizar mejor los resultados, ser más consciente de ellos; y también implicó ponerme a prueba una vez más, pero en este caso, siendo consciente de cual era el desafío al que me iba a enfrentar. En otras ocasiones, los desafíos y la incertidumbre se presentan de modo inesperado, y creo que ahí es el momento en que más a prueba estamos. Pude notar además -y reafirmar- que tomo aquellas salidas de mi zona de confort como desafíos alentadores, que más que desequilibrarme me entusiasman.

Días después del RETO.
Me pareció muy interesante el “después” de esta actividad porque fue más bien un proceso en que primero me planteé las acciones, luego las llevé a cabo, tuve la oportunidad de evaluar trabajos de mis pares también con argumentos y justificaciones, y cuando parecía haber terminado el ejercicio, nos invitaron a seguir reflexionando para enriquecerlo.
Podría decir que esta experiencia me permitió observar más en profundidad mi propia práctica así como la interacción con mis alumnos. Las acciones realizadas dieron pie a un  ambiente más distendido, a una interacción más rica y una mayor adherencia de los niños a las propuestas.

A modo de conclusión, en las siguientes imágenes dejo plasmado el "antes y el después" de este gran reto, la comparación entre los hábitos que tenía y los que pueden tener lugar cuando se amplía la mirada y se prueban nuevas maneras de hacer las cosas.



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